Déjame contarte sobre esa noche inolvidable en las majestuosas montañas de Andalucía. Era tan pacífico como el mar en calma, tan radiante como un diamante resplandeciente y al mismo tiempo tan salvaje y gentil.

La calidez de la noche envolvió mi piel mientras la vista del infinito cielo estrellado me dejaba sin aliento. Escuché las conversaciones que hablaban de las maravillas del universo y recordé el aroma que se adhería suavemente a mi cuerpo. Se demoró en la perfección del momento que quería capturar para siempre. Pero sabía que su belleza radica en su fugacidad.

Soy un eterno pasajero en busca de los preciosos momentos que se encuentran más allá de las palabras. Momentos cuya belleza nos llena de añoranza en cuanto tomamos conciencia de ellos. Soy inestable e inquieto, transitorio y, sin embargo, parte esencial de esta belleza fugaz. Soy el pasajero.

Un aroma tan radiante como las estrellas titilantes de una clara noche de verano en las montañas de Andalucía. La sedosa magnolia crea un maravilloso contraste con este brillo y le da a esta elegante joya aromática un toque suave y femenino.